viernes, 18 de julio de 2014

La noche. (Parte II)

   Había olvidado el peso de la cota de malla, era sencilla, y aunque mucho más ligera que la mayoría de las armaduras que tenía, igualmente era demasiado pesada para lo que protegía.

   Entró en el ropero, a simple vista no era más que un mueble normal. Observó el tablón del fondo un momento, ahí sólo había entrado una vez, frunció el ceño y golpeó la madera con los nudillos, el sonido era hueco. Entonces recordó que en ese armario había que levantar el fondo, salió y se agachó, observando detenidamente el hueco de las maderas hasta que vio una de las bisagras, puso los dedos de su mano izquierda justo encima, sobre el madero, y siguió el listón que lo cruzaba perpendicularmente, cuando llegó al final supuso que debía tirar hacia él. Al hacerlo la base se levantó y el tablero del fondo se abrió hacia arriba empujado por un sistema de poleas. Cogió una antorcha y la encendió en la chimenea, entró de nuevo al ropero, cerrando la puerta tras él, una vez en el pasillo tiró de una palanca que lo dejó todo como estaba.

lunes, 14 de julio de 2014

La noche (Parte I)

   Drystan abrió los ojos, un extraño sonido le había despertado, el fuego de la chimenea estaba a punto de extinguirse. Los cerró de nuevo y trató de agudizar el oído. Nada… no escuchaba nada, sintió un escalofrío y se levantó a echar más leña. Estaba desnudo, se había acostumbrado durante todos los años de tranquilidad en sus cálidas islas, y si era posible de algún modo calentar la habitación, nada haría que incómodos ropajes perturbasen sus sueños.

domingo, 13 de julio de 2014

Historia de Elena I


   La temperatura dentro del avión era más bien elevada. Elena nunca había viajado en clase turista, no estaba tan mal como pensaba, seguramente repetiría. Se encontraba sentada junto a la ventanilla y tenía la cabeza echada hacia atrás, con su larga melena morena sobre un lado. Era un vuelo de Inglaterra a Gibraltar. Sus grandes ojos marrones, casi negros, estaban perdidos, mirando a la nada, sin ver. No se había desabrochado el cinturón en todo el viaje.

   Había intentado dormir durante el vuelo, pero su mente había estado muy ocupada en las casi tres horas que duró el trayecto. No podía dejar de pensar en todo lo que quedaba atrás, su madre, a la que tanto quería, su gran apoyo en los peores momentos de la vida, Tanya su amiga desde la infancia, Elizabeth, su hermana mayor con la que se llevaba tres años, y John, su hermano. Tan sólo tenía un año más que ella. Ellos dos siempre habían estado muy unidos.