jueves, 23 de octubre de 2014

Perdón por la ausencia.

Hoy, por primera vez, publico en este blog una entrada que no es un relato o un fragmento de algún relato.

Simplemente, había dejado de escribir. Me encanta escribir, y he dejado de hacerlo durante un tiempo porque no me satisfacía lo que estaba escribiendo. Me sentí en la necesidad de alargar una historia que nunca quise que fuese larga y eso, al final, me pasó factura. Sabía que tenía pendiente publicar algo nuevo al respecto y era prioritario escribir sobre ello, que escribir sobre otras cosas que realmente me apetecía contar.

Finalmente, con prioridad o sin ella, con prisa o sin ella por continuar y acabar de una vez por todas, pasaban los días, las semanas, y no me atrevía a abrir un nuevo documento en blanco para no caer de nuevo en ese círculo con el que no sentía la satisfacción que había al principio. En mi mente, mis propios personajes me miraban con desaprobación, no habían sido creados para esto.

He decidido que con el tiempo, no sé cuanto, volveré a escribir sobre esos personajes, cuando crea que tengo algo que decir nuevo, si es que tengo que decirlo, sino, tal vez pase a la historia.

No quiero volver a sentirme así. Quiero escribir lo que me apetezca, relatos cortos, pequeños fragmentos, pensamientos ideas, cosas que me ayuden a practicar para poder algún día, con mucha suerte, escribir una novela que, principalmente, me satisfaga.

Espero que, ni por un momento, alguien piense que no siento agradecimiento por vuestras lecturas, por los ánimos recibidos por otras redes sociales junto a palabras de aliento que me han ayudado mucho. (Parece que aquí nadie deja comentarios) Simplemente, quiero hacer algo que me guste principalmente a mí, como autora. Entiendo que puede haber gente que le guste la historia en general aunque tenga momentos que yo no considero de una calidad ni medianamente aceptable, y aunque a otros les pueda gustar, debéis entender que para una persona que escribe cada obra, por pequeña que sea, es como una parte de nosotros mismos... y no quiero dar lo peor de mí.

Ojalá seáis comprensivos con mi decisión.

Gracias de corazón por estar ahí.

viernes, 18 de julio de 2014

La noche. (Parte II)

   Había olvidado el peso de la cota de malla, era sencilla, y aunque mucho más ligera que la mayoría de las armaduras que tenía, igualmente era demasiado pesada para lo que protegía.

   Entró en el ropero, a simple vista no era más que un mueble normal. Observó el tablón del fondo un momento, ahí sólo había entrado una vez, frunció el ceño y golpeó la madera con los nudillos, el sonido era hueco. Entonces recordó que en ese armario había que levantar el fondo, salió y se agachó, observando detenidamente el hueco de las maderas hasta que vio una de las bisagras, puso los dedos de su mano izquierda justo encima, sobre el madero, y siguió el listón que lo cruzaba perpendicularmente, cuando llegó al final supuso que debía tirar hacia él. Al hacerlo la base se levantó y el tablero del fondo se abrió hacia arriba empujado por un sistema de poleas. Cogió una antorcha y la encendió en la chimenea, entró de nuevo al ropero, cerrando la puerta tras él, una vez en el pasillo tiró de una palanca que lo dejó todo como estaba.

lunes, 14 de julio de 2014

La noche (Parte I)

   Drystan abrió los ojos, un extraño sonido le había despertado, el fuego de la chimenea estaba a punto de extinguirse. Los cerró de nuevo y trató de agudizar el oído. Nada… no escuchaba nada, sintió un escalofrío y se levantó a echar más leña. Estaba desnudo, se había acostumbrado durante todos los años de tranquilidad en sus cálidas islas, y si era posible de algún modo calentar la habitación, nada haría que incómodos ropajes perturbasen sus sueños.

domingo, 13 de julio de 2014

Historia de Elena I


   La temperatura dentro del avión era más bien elevada. Elena nunca había viajado en clase turista, no estaba tan mal como pensaba, seguramente repetiría. Se encontraba sentada junto a la ventanilla y tenía la cabeza echada hacia atrás, con su larga melena morena sobre un lado. Era un vuelo de Inglaterra a Gibraltar. Sus grandes ojos marrones, casi negros, estaban perdidos, mirando a la nada, sin ver. No se había desabrochado el cinturón en todo el viaje.

   Había intentado dormir durante el vuelo, pero su mente había estado muy ocupada en las casi tres horas que duró el trayecto. No podía dejar de pensar en todo lo que quedaba atrás, su madre, a la que tanto quería, su gran apoyo en los peores momentos de la vida, Tanya su amiga desde la infancia, Elizabeth, su hermana mayor con la que se llevaba tres años, y John, su hermano. Tan sólo tenía un año más que ella. Ellos dos siempre habían estado muy unidos. 

jueves, 26 de junio de 2014

Cuando llueve

   Me acuerdo de ti cuando llueve. ¿Recuerdas cuando las gotas de lluvia chocaban contra los cristales de la ventana mientras permanecíamos abrazados en la cama? Éramos tan felices, lo teníamos todo.

   Las gotas de lluvia golpean suavemente los cristales, y caen despacio, encontrándose con otras pequeñas gotas, cambiando de dirección. Caen, como mis lágrimas.

viernes, 13 de diciembre de 2013

El silencio y la felicidad, según Álex.

El silencio:

Es cuando me miras a los ojos, que no necesitas decirme nada para que yo sepa lo que pasa por tu mente. ¿Qué pasaría si llegase un día que no pudieses hablarme más? ¿Qué pasaría si en el mundo se acabasen las palabras? Es por eso, que simplemente, tienes que mirarme, sólo tienes que tocarme, o abrazarme fuerte, y yo sabré todo lo que quieres decirme.

miércoles, 11 de diciembre de 2013

Gil



   Ya sabes que mi infancia fue dolorosa. Sufría torturado por mí mismo.

   Todos los niños de mi colegio tenían padre y madre. Yo tenía a mi abuela, a mi tía Carmen, a mi tía Isa y a mi tío Fran. Fueron buenos, se esforzaron en hacerme feliz, pero yo no lo podía apreciar, no podía valorar sus esfuerzos. Quería a mi padre y a mi madre por encima de todo y ellos eran insignificantes. ¿Cuánto daño pude hacerles hasta que te conocí en el colegio?